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Monday, November 19, 2012

La Tragedia Silenciosa. Revista Semana


Este artículo apareció en Semana hace 6 años.  La realidad 6 años después 
sigue siendo igual o peor.  Como podriamos ayudar al Programa Soya del Club 
Rotario Bogota-Laureles para instalar 10 o 20 vacas de soya para hacer leche
y pan para los niñõs del Choco?




La Tragedia Silenciosa

Por Cristina Vélez, Semana, Bogota





JUEVES, 17 DE AGOSTO, 2006  En Colombia mueren cada día tres niños por
desnutrición. Un hecho de enorme gravedad que, sin embargo, permanece
oculto.

Las cifras causan desolación. En Colombia mueren cada día tres niños
por desnutrición Y contrario a lo que mucha gente piensa son más las
víctimas en las ciudades y en los municipios pequeños que en el campo.
Aunque hay un lugar que parece olvidado hasta por la mano de Dios:
Chocó. En ese departamento mueren anualmente 2.054 niños. Le siguen en
este triste récord: la Costa Atlántica con 413 niños y el sur del país
con 317. Son datos fríos que están consignados en un completo estudio
de la Universidad Externado sobre el tema.


Lo peor es que el flagelo de la desnutrición está aumentando, y una de
las causas es el desplazamiento forzoso. Veredas enteras ahuyentadas
por la violencia abandonan el terruño que durante siglos les aseguró
el sustento y llegan a las goteras de los municipios cercanos, donde
no hay trabajo ni posibilidades de sustento.
Así las cosas a estas familias les toca darles a sus niños lo más
barato: agua de panela, pan y de vez en cuando granos. La mala
alimentación y la ausencia de agua potable y alcantarillado, hace a
estos niños vulnerables a virus e infecciones respiratorias. “Los que
no se mueren, que son la mayoría, quedan afectados en sus desarrollo
físico y mental. Crecen con la desnutrición y sus marcas imborrables”,
afirma la nutricionista Luz Estela Hidalgo, especialista en población
infantil.

El hambre afecta la posibilidad de que los niños sean felices. “Estos
chiquitos no ponen atención en el colegio, se ven cansados, tienen
graves problemas motrices... les cuesta hasta jugar”, cuenta una joven
universitaria que desde hace cuatro años trabaja con 82 niños de bajos
recursos en el barrio Bella Flor de Bogotá.

Y eso no es todo, también tienen consecuencias sicológicas. “El
alimento es el vínculo fundamental entre el niño y la madre. Si está
ausente la relación sufre”, afirma Cecilia Ruiz, directora de la
Clínica Infantil Santa Ana, la única institución experta en el tema en
el país. Los efectos son nefastos y las medidas que se están tomando
parecen no ser suficientes.

Los comedores comunitarios, financiados por el gobierno o por
fundaciones, ayudan a que el problema no empeore, pero no lo
solucionan. “Con lo de los comedores no es suficiente. Son sólo 400
calorías y un niño de 1 a 5 años necesita como mínimo 1.200. Las mamás
deben complementarlo, pero no tienen cómo”, afirma la nutricionista
Hidalgo.

Pero, ¿cómo puede combatirse el problema de la desnutrición? Según los
expertos, para que haya un desarrollo normal un infante después de la
lactancia debe comer diariamente siete porciones de carbohidratos,
tres de carne o granos, dos de fruta, lo mismo de verduras y tres
vasos de leche. Esto vale 4.000 pesos y es impagable para el 60 por
ciento de la población colombiana, que según el Banco Mundial vive
bajo la línea de pobreza, es decir con menos de un dólar diario. Y la
situación puede ser aún peor si se aprueba la propuesta del gobierno
de ponerle el 16% de IVA a la canasta familiar.

Por eso, el Bienestar Familiar y algunas gobernaciones y alcaldías del
país, han desarrollado programas que les entregan a las familias
suplementos alimenticios y mercados extras, para que cubran las
deficiencias de sus hijos. Pero, hay críticas frente a su
funcionamiento. “Han salvado vidas, pero no están atacando la raíz del
problema: las pautas culturales. Así la desnutrición seguirá
eternamente”, afirma la doctora Hidalgo.

Otra de las causas de la desnutrición es la falta de educación de las
madres, sobre todo de las madres adolescentes cuyo porcentaje aumenta
diariamente. Por ejemplo a los Arango, seis hermanitos entre los 3 y
los 7 años que viven en el barrio Bella Flor de Bogotá, les
diagnosticaron desnutrición crónica, más por el descuido de su madre
que por falta real de alimentos. Los niños están llenos de parásitos,
porque su mamá no hervía el agua, casi no los bañaba y no era
cuidadosa con el tratamiento de las basuras. Además la comida que les
da no es balanceada y no es sólo por falta de plata, sino por malos
hábitos que ella también había aprendido de su madre.
Por eso todos los programas que favorecen la lactancias materna y
fortalecen el vínculo madre hijo, son un paso en la lucha contra la
desnutrición infantil. Igual, que los planes de planificación
familiar, que están ayudando a que los bebés que nazcan sean deseados.

Sin embargo, ninguna de estas medidas de prevención puede recuperar
los niños que ya están afectados. “Si el sistema de salud ni siquiera
considera la desnutrición como una enfermedad, qué esperanzas hay de
rescatarlos”, afirmó la directora de la Clínica Santa Ana. “Los niños
llegan a las clínicas, les curan la diarrea o la neumonía, pero no la
desnutrición que es lo que los seguirá acabando”, añadió.

Además, hay que tener en cuenta que la recuperación de un paciente de
este tipo gasta el doble de tiempo que los años o meses que el niño
demoró en enfermarse. Esto lo saben bien en esta institución, que en
el primer semestre del año ya hospitalizó a 140 niños por desnutrición
y vio morir a dos a las seis horas de que tocaran sus puertas.

En medio de este panorama hay un hecho que no contribuye a la
solución. Y es el silencio de los medios. Rara vez el problema se
visibiliza. Se trata de una tragedia silenciosa que avanza llevándose
para siempre a los más inocentes: los niños.

PS: Como podriamos ayudar al Programa Soya del Club Rotario
Bogota-Laureles  para instalar 10 o 20 vacas de soya para hacer leche
y pan para los niñõs del Choco?

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P.O. Box 2033
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