Autor: Hildebrando Vélez Galeano.
Justo dos días
después de la reunión interétnica que tuvo lugar en Quilichao (29 de abril de
2014) para tratar los temas acuciantes de la minería criminal e ilegal que está
destruyendo la minería ancestral, que devora los territorios acabando el agua,
sacrificando la ecología, consumiendo los cuerpos de nuestros hermanos y
hermanas, destruyendo los lazos de solidaridad e imponiendo el mercado de los
cuerpos y los deseos, una montaña deja sepultados 40 mineros, dicen informes de
primera mano.
El desastre ocurrió
en la mina San Antonio, unos yacimientos sobre los que la Anglo Gold Ashanti
tiene pretensiones de explotación y que corresponden a territorios ancestrales
de comunidades étnicas. Entre la indefinición e inoperancia del Estado y la
negación de los derechos ancestrales, se ha venido afirmando la minería
criminal. Doscientas retroexcavadoras trabajan en ese lugar día y noche. Cuando
la montaña se vino abajo ellas huyeron dejando a las victimas sepultadas y sin
ningún auxilio. Esto ocurrió en la madrugada de hoy 1 de Mayo. Allí se está
explotando día y noche. Las gentes llegan de todo lugar para cuando las retros
dejan oportunidad hundir sus bateas y sus pies en el fango, esperando que la
fortuna les de la oportunidad de tomar algo del mineral. Más de tres mil
mineros improvisados deambulan por estas minas entre la noche y el día. Es una
situación que se torna explosiva. Las autoridades, llámese Agencia Nacional
Minera, INGEOMINAS, Procuraduría, Corporación Regional del Cauca -CRC-,
policía, ejercito lo saben, pero se muestran indolentes con el destino de estos
territorios y con sus gentes; a veces parecen más bien complacientes con los
que provocan estas calamidades, cuando no es que son sus mismos cómplices.
Ahora no hay otro
camino, la gente va a tomar en sus manos la decisión de sacar las retros, de no
permitir que 200 retros que huyeron del lugar del desastre vuelvan a sus
territorios, la movilización está ya produciéndose, la asamblea permanente
interétnica decretada se convertirá en movilización para impedir que las retros
sigan haciendo esa tarea criminal que el estado no impide. Que el gobierno se
haga responsable de indemnizar a las victimas, es su deber, más aún por ser
negligente. La propuesta de minería para la paz, tendrá que cobrar fuerza para
darle sentido a una economía que debe dejar de servir a la guerra, para hacer
una apuesta de economías para la paz y la sustentabilidad.
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